El 3 de mayo fue un día muy especial porque ese jueves por la mañana tuve mi sesión n° 25 de radioterapia marcando el fin de esa etapa.
Era muy importante para mí terminar ese día. La radioterapia es una etapa PESADA, cansina, que se hace cuesta arriba día a día. Pero desde un principio me puse como meta terminar antes del 4 de mayo y, casualidades o no, termine el 3.
El 4 de mayo festejamos mi 49 cumpleaños. Sin medicos, sin hospitales, sin estudios... los tres juntos con mi gente del día a día, sin hacer ruido pero comiendo rico. Fui muy feliz. Se los aseguro.
Y así fue como casi sin darme cuenta, y casi a 9 meses de aquel "la cosa pinta mal", con algunos kilos de más, dos tetas menos y el pelo rizoso el 5 de mayo comencé otra etapa: la pastilla diaria. Es lo que hay y que todo sea eso. Mi amigo el tamoxifeno y yo juntos durante los proximos 5 años.
Quizás, si tengo ganas otro día les cuente cómo fueron mis 25 sesiones de radioterapia y que cremas use para proteger la piel y algunas indicaciones que tengo que seguir para los próximos meses, pero como hoy me apetece quedarme con las cosas buenas y positivas, les cuento que sigo con mi tratamiento de herceptin en Fundaleu cada tres semanas y que yo no sabía que las chicas del Hospital Alemán se inventaron una pequeña ceremonia que consiste en que, cuando nos dan el alta en radioterapia, toquemos una campanilla marcando así la finalización de esa etapa. No me lo esperaba, se los prometo, y sin lugar a dudas ese fue un sonido de felicidad.